Autoridad de Familia

El término autoridad proviene del latín auctoritas que significa creador, inventor.
La autoridad es el poder que se ejerce sobre otro u otros. Así puede entenderse como autoridad del Estado, de los partidos políticos, de la iglesia, de “x” científico, de los padres…

 

La autoridad puede ser divina o humana. La primera se funda en Dios y es aceptada por la
revelación, es un acto de fe. La segunda se refiera a toda autoridad (ya sea Edo, familia, club,
partido político, etc.).

Aquí se usara como autoridad familiar, la cual se fundamenta en la misma realidad esencial de
la paternidad, en donde ambos padres fungen como principio de autoridad.

La autoridad es tal, porque dicta normas necesarias, indispensables para el buen
funcionamiento de la familia. Para que sepan cómo actuar cada uno de sus miembros, para
que se conozcan los límites. La autoridad es servicio.

Gracias al principio de autoridad, existe justicia en la familia. Cada quien sabe cómo actuar,
qué se espera de ellos, y se puede dar, por ende, a cada uno lo que le corresponde.

La autoridad dirige, es un principio rector. Ordena el camino a seguir para alcanzar el fin: la
felicidad y el perfeccionamiento de cada uno de los miembros de la familia.

La autoridad se ejerce a través de las normas, las cuales deben explicitarse, deben ser breves,
en número reducido, estables y jerárquicas. Cuando mayor sea la claridad de las normas, más
eficaz será la autoridad.

Si la autoridad cambia constantemente las normas que rigen el contexto familiar sólo trae como
consecuencia desconcierto e inseguridad. Si no se explicitan, propician confusión. Si son
demasiadas o muy extensas, no se sabe cuál de todas seguir.

Es un deber moral ejercer la autoridad debida, lo cual proporciona seguridad, paz, armonía y
un buen desarrollo intelectual, volitivo y afectivo de los hijos.
Los hijos sujetos a la autoridad deben conocer claramente lo que se les prohíbe y lo que se les
concede y por ello deben ser obedientes a los principios establecidos en el beneficio del
contexto social.

La autoridad es un término medio que establece mandatos justos y conducentes al bien común.

Este justo medio puede desvirtuarse por exceso de autoridad, es decir, el autoritarismo, en
donde sólo funciona siempre lo que dicta la autoridad, sin tomar en cuento al resto de los
miembros.

Otra extremo puede ser la permisividad: Cada miembro de la familia puede hacer lo que quiera,
no existe nada establecido, ni bueno ni malo, cada uno decide.

El problema del autoritarismo es que la autoridad recae en un solo individuo que tenga o no la
razón es quien manda, esto conduce a un totalitarismo, igual que en el ámbito social. Los
regímenes totalitarios son dictatoriales e injustos.

El problema de la permisividad es que en sí misma es destructiva, no hay normas, no hay
dirección, no hay límites, no hay control. Se pierde toda proyección familiar.

Es necesario ejercer una autoridad como principio de equilibrio, desde el instante en que los
hijos nacen, y debe ejercerse con plena conciencia.

Las normas dictadas por al autoridad no están peleadas con el amor y la firmeza con las que
se dicten.

No sólo es justo ejercer la autoridad paterna, es también necesario para el funcionamiento
saludable de la familia.

El proceso educativo se inicia como obediencia a las normas establecidas. El niño obedecerá a
sus maestro y posteriormente a la autoridad, silo ha aprendido en el seno de la familia.

Obedecer las normas establecidas por la autoridad hace al hombre virtuoso, le permite
realizarse como persona, para que alcance su perfección.

Sólo en la familia alcanzamos el desarrollo pleno de nuestro ser de personas.

Dra. Ma. Teresa Pavia