La formación del caracter

Ante los graves problemas actuales tales como el aumento de la violencia juvenil, la falta de respeto creciente a los padres, maestros y autoridades, el aumento de la conducta autodestructivas: la promiscuidad, la drogadicción, el alcoholismo, el suicidio y sobre todo la pérdida de la conciencia moral convierten en una urgencia la formación del carácter.

 

 

El término carácter proviene del latín character que significa señal que se imprime o esculpe en
alguna cosa. En efecto, el carácter se va forjando a lo largo de la vida.

El carácter es el conjunto de cualidades de una persona que la distingue de la demás por su
modo de ser u obrar.

El hombre es un ser que busca el placer y huye del dolor. Placer y dolor se constituyen en
principios de acción: es bueno lo placentero y malo lo doloroso. Todos los actos humanos al
ser conscientes y libres son también buenos o malos, correctos o incorrectos. La repetición
constante. De actos forman hábitos buenos (virtudes) o malos (vicios).

¿ Qué es entonces la formación del carácter?

Es la educación moral de la persona que se logra a través de la formación de hábitos.


Ya desde la antigüedad, los clásicos como Sócrates, Platón y Aristóteles desarrollaron este
tema para el sano desarrollo de la personalidad. Las virtudes son cualidades que se van
adquiriendo a lo largo del tiempo, es decir, son hábitos o buenas costumbres que me hacen ser
cada vez mejor persona.

Existen cuatro virtudes morales llamadas cardinales que van dirigiendo la vida del ser humano:
justicia, fortaleza, templanza y prudencia.

La justicia es una virtud social que regula las relaciones que tenemos con los demás en la
familia, en el trabajo, en la comunidad… La fortaleza nos ayuda a resistir con valentía y a dar
sentido a los sufrimientos que la vida nos causa. La templanza nos permite regular los placeres
sensibles: la comida, la bebida y el instinto sexual. La prudencia nos permite actuar
adecuadamente en cada momento y en cada circunstancia.

Existen muchas virtudes morales tales como la paciencia, la humildad, la obediencia, la
sinceridad, la alegría, la generosidad, la amistad, la sencillez…que están en íntima relación con
las cardinales y todas ellas deben estar dirigidas por el amor.

En esto consiste la formación del carácter, ayudar a la persona para que sepa elegir
adecuadamente las cosas, en el momento preciso, para resistir los embates cotidianos o
vencer las adversidades.

¿ A quién corresponde llevar a cabo esta difícil tarea de la formación del carácter?

Evidentemente y en primer término a los padres de familia pues somos nosotros los
responsables directos de la conducta de nuestros hijos como en su momento lo fueron
nuestros padres.

Las virtudes morales fundamentan a los valores tales como el orden, la disciplina, el respeto, la
tolerancia, la paz…

Lo contrario a las virtudes son los vicios, que a su vez se relacionan con los antivalores : la
corrupción, la violencia, la degradación, el desorden, el caos…

La formación del carácter permite a la persona desarrollar habilidades y a manifestar actitudes
positivas en la familia, la escuela, la comunidad, etc.

El fin de la formación del carácter es ayudar al otro (mi esposo, mi hijo, mi sobrino, mi amigo,
mi vecino…) a ser mejor, a alcanzar la felicidad, a que logre cumplir sus anhelos, su proyecto
vital, en una palabra una vida en plenitud.

Dra. Ma. Teresa Pavía